Limbo

Flor de loca tiene una amiga un poco más equilibrada que ella (o por lo menos es lo que cree). Siempre hacen paralelismos entre sus vidas y la mayoría de las veces resulta una perpendicularidad. Es que están en veredas opuestas de la sanidad mental. Aunque no se sabe si se puede hablar de sanidad en ninguna de las dos.
Flor de Loca está parada en Bernardo de Irigoyen y su amiga en Cerrito. No sólo que necesitan cruzar la 9 de julio, sino que además necesitan caminar un rato largo para encontrarse. Y la sanidad mental está en el obelisco. En el medio de ellas dos.
La amiga de FdL raya con el desinterés, mientras que FdL es absolutamente obsesiva y enroscada. A FdL le encanta volar y su amiga es un topo. Convengamos que ninguna de las dos situaciones es buena.
Su amiga le dice a FdL: “bajá un poco de las nubes”, mientras que FdL le pide a ella: “desenterrate”. “Los pies en la tierra” son una cosa, y los “pies enterrados” son otra. FdL tiene alas, alas tatuadas que cada vez que se las mira, desearía que se desprendan y vuelen solas, pero por ahora vuela con su imaginación.
FdL y su amiga necesitan sacudirse los residuos cósmicos y desembarrarse respectivamente. Necesitan llegar al limbo, pero siempre están en hora pico y al obelisco… ¡es un quilombo llegar! y si se te corta el semaforo de 9 de julio tardas siglos en llegar, pero como a Fdl y a su amiga les resulta cómoda la situación en la que están… se quedan siempre ahí. Y el limbo espera…